domingo, 25 de abril de 2010

The last song

Por fin la he terminado. La verdad es que este me ha costado mucho más de lo que me pensaba. No por comprensión, como The Guernsey literary and potato peel pie society el cual me costó bastante descrifrar (al menos mucho más que los de Charlaine Harris o Shiver) sino a nivel de seguir con la atención en el libro. Sobretodo al final.
Lo primero a criticar: la portada. Tengo que admitir que la compré en esa edición porque era la más barata y, ademas, no había otra. Pero ¿Por qué tienen que ponerles las carátulas de las películas? No es justo, tener a Miley Cyrus en la portada del libro, cuando yo tengo derecho a imaginarme a la Ronnie que quiera.

Pero bueno, a lo que iba. El libro trata sobre una adolescente que se va un verano a vivir con su padre, con el que no se habla desde hace unos tres años más o menos. El verano le cambia su forma de ver el mundo, de ver a su padre y ya de camino, se enamora también de un muchacho que se llama Will.
Y el libro es muy, muy Nicholas Sparks. No es que no me haya gustado, no. Pero me esperaba otra cosa. La historia comienza bien: la muchacha es una neoyorkina resentida que no casa con la filosofía de los habitantes de la playa. Ella toda de negro y en vaqueros se va topando con la creme de la creme del lugar (Will) y con los macarras peligrosos (Marcus). Ella tiene un pasado a sus espaldas de no ser la niña perfecta, además odia a su padre por irse de casa y por haberla obligado a tocar el piano tantos años, cosa que ella dejó a la mínima opotunidad (y la verdad es que, salvando las distancias, en el plano del piano me ha recordado mucho a Natalia)
Los elementos están ahí, y constituyen una bonita historia. La huraña Ronnie que no cae muy bien al principio descubre que su padre no es como ella se lo imaginaba, y que convivir con él y con su hermano pequeño no es tan malo. El chico, Will, contribuye también a que ella deje su pose de pasota y uniéndolo al nacimiento de un puñado de tortugas (¿?) al final pasan un verano muy bonito y empalagoso.
El final del libro es mucho más duro, por supuesto. Como cabe esperar del señor Sparks.
El padre tiene una enfermedad del estómago terminal (¡Suprise! Un paseo para recordar de nuevo) y los últimos capítulos desvelan una relación de Ronnie con su padre mucho más profunda y personal, y mucho más espiritual a mi pesar. Las cuestiones de la fe y la religión salen a colación (Como en Un paseo para recordar, Surprise de nuevo) y aunque yo lo respeto me parece un poco fuera de lugar. No por el momento en el que aparecen, sino por la forma del señor Sparks de referirse a la fe del padre de Ronnie, y la biblia, y todo eso. No ha terminado de convencerme.

La relación con Will es mucho menos relevante de lo que el romance supone en los otros trabajos de Nicholas que he leído, (Como en El diario de Noah) ya que ahonda mucho más en la relación padre-hija y en el transfondo de lo que significa confiar en los demás. Y en conocerse a uno mismo. Lo cual es algo muy, muy bueno de la novela. Y la lagrimita al final, que no quede.
... a ver lo que forman ahora con la película.

Y poco más. No felicité el día del libro, ahora que caigo, pero tampoco pude comprar nada ese día. Cuando salí del Club tuve que irme al Festival de Cine de la ciudad y cuando salí ya estaba todo cerrado, así que me quedé con las ganas de comprar un libro el día del libro. Ayer me resarcí, de todas maneras, y como quedaban restos del día del libro a buen precio me puse de comprar hasta las botas. Es la primera vez en muchos meses, ahora que caigo, que compro libros y ninguno está en inglés. Estos son los títulos:
- Diario de una niñera, de Enma Mclaughlin y Nicola Kraus
- Unas chicas peligrosas, de RL Stine
- Mi nombre es Sei Shonagon, de Jan Blensdorf
- El arte de conducir bajo la lluvia, de Garth Stein
Nos vemos!

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